Una bonita lección que aprendí en la universidad fue a dejar respirar a las piezas artísticas. En el documental que grabé como TFG puedo decir que lo puse en práctica y lo conseguí, y estoy bastante orgullosa de ello. Pero, ¿a qué me refiero con “dejar respirar”? Básicamente a que el silencio también comunica.
En una pieza audiovisual podemos conseguir esto dejando que las imágenes hablen por sí mismas, sin necesidad de añadir música, rótulos o voces en off. En nuestro día a día podemos conseguirlo apagando la tele, olvidándonos del móvil, de los directos de Instagram, de los podcast, de toda la sobre información que podemos recibir. Con nuestros perros podemos conseguirlo de la misma manera, sentándonos, haciendo caricias tranquilas, relajadas, cerrando los ojos y respirando junto a nuestro perro.
Vamos demasiado acelerados por la vida. Nos hemos acostumbrado a tener tal sobrecarga de información y actividades que hacer, que no nos damos cuenta que los momentos de tranquilidad, calma y silencio también son importantes y necesarios. Nos podemos expresar a través de ellos, podemos conseguir grandes beneficios y podemos aprender a disfrutarlos para comprender la totalidad de las situaciones y los mensajes.
En esta cuarentena nos han obligado a parar, a respirar, a fijarnos en los detalles que antes no veíamos porque íbamos a 100 por hora. No perdamos lo que hemos ganado. Sigamos andando despacio, callando, y leyendo la comunicación no verbal de las personas y animales con los que compartimos espacio.
La vida de los perros en nuestros hogares está más que saturada de información y estímulos: movimientos agitados, luces, ruidos, coches, paseos rápidos y nerviosos, rutinas y horarios insanos, juegos excitantes, caricias bruscas, etc.
Pasea tranquila, sin ningún destino concreto, siéntate en el cesped, observa los árboles, deja que tu perro observe y analice el entorno, olfatee, se tumbe a tu lado, consiga relajarse y dormirse en un espacio publico. Parece idílico, pero puede hacerse real, se puede conseguir a través del silencio y la calma. Es un bonito arte que merece la pena practicar.
Disfruta del silencio, aprovecha esos momentos e incentívalos. Tu perro y tú los agradeceréis.
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